Al menos 22 manifestantes perdieron la vida en la represión militar de Nasiriya, sur de Irak, un día después del incendio del consulado de Irán en la ciudad santa chiita de Nayaf, en una de las peores jornadas de violencia desde que empezaron las protestas el 1 de octubre.
La sangrienta represión de las fuerzas del orden contra los manifestantes llevó al primer ministro iraquí, Adel Abdel Mahdi, a destituir al comandante militar que había nombrado pocas horas antes para restablecer el orden en esta ciudad del sur.
La ciudad, estaba bajo toque de queda rodeada por las fuerzas de seguridad. El sonido de disparos desde primeras horas de la mañana no cesaba en Nasiriya donde las fuerzas de seguridad trataban de poner fin a la desobediencia civil y recuperar dos puentes que los manifestantes ocupan desde hace tres días.
Combatientes tribales cortaron la carretera que une a Bagdad para impedir la llegada de refuerzos policiales o militares. Además de los 22 manifestantes muertos, según fuentes médicas, se registraron al menos 180 heridos, algunos de extrema gravedad.
Mostrando que no tienen miedo de la represión, miles de personas desafiaban el toque de queda y desfilaban en un cortejo fúnebre para enterrar a los muertos.
Antes que Nasiriya, Nayaf había decretado toque de queda después de los disturbios de la víspera en la que centenas de manifestantes, a los gritos de “Fuera Irán” y “Victoria a Irak”, quemaron el consulado en esta ciudad santa.