Eran las 6:45 de la tarde en Colombia cuando el presidente Iván Duque, tras un viernes de violencia y caos en algunas localidades de Bogotá, informó al país de la instauración de un toque de queda en la capital. Una medida que afectaría partir de las ocho de la noche a tres de los sectores donde mayores disturbios y acciones violentas se produjeron durante el día. A partir de las nueve, el toque de queda se extendería a toda la capital.
Pero otra era la situación en el sur de Bogotá. En ese mismo momento y a pesar del toque de queda decretado allí a partir de las 8 de la noche, muchas personas denunciaron la presencia de vándalos tratando de entrar a los conjuntos residenciales para robar y romper todo a su paso. La alcaldía desmintió que hubiese esa oleada de atracos y explicó que es una forma de “generar miedo y zozobra”. La angustia de los residentes de estos barrios populares se hizo visible en las redes sociales mientras esperaban respuesta de la policía.
Protestas que no cesan
El día empezó más temprano de lo habitual. El presidente Duque convocó un consejo de ministros extraordinario para analizar el impacto de las marchas del día anterior y procurar rutas de salida a la crisis que padece. Algunos, según se rumoreó, incluso llegaron a plantear la renuncia protocolaria de todo el gabinete y darle al presidente el tiempo para recomponer su equipo. Pero la idea fue desestimada, al parecer, por el crítico momento que atraviesa su Gobierno, además de que puede ser interpretada como una señal de debilidad política adicional y que, además, poco resuelve.
Así lo expresó el dirigente sindical de la Confederación General del Trabajo CGT, Julio Roberto Gómez, quien con otros colectivos sindicales convocó al paro nacional. “El presidente Duque fue elegido democráticamente, no se le puede sacar en tan solo 15 meses de gobierno. Lo que sí es urgente es que convoque a un diálogo abierto e incluyente”, dándole así un respaldo a la institucionalidad sin socavar el mandato constitucional de Iván Duque.