El papa Francisco lamentó que el mundo sea cada vez más “cruel con los excluidos” e hizo un llamamiento a recuperar la humanidad y evitar la discriminación, durante la misa que presidió con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
La misa comenzó en torno a las 10.30 horas locales (8.30 GMT), cuando el Papa salió en procesión desde la Basílica de San Pedro hacia la plaza vaticana, donde le esperaban miles de fieles de diversas partes del mundo.
Francisco reivindicó la necesidad de aceptar a los demás, especialmente a los excluidos, e hizo mención especial a “los forasteros, las viudas y los huérfanos” por ser personas que a menudo “carecen de derechos” y son marginados en las sociedades actuales.
Criticó el riesgo de que las sociedades modernas acaben tan concentradas en preservar su bienestar que no vean “al hermano y a la hermana en dificultad”.
Recordó que “en el mensaje para esta 105 Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, el lema se repite como un estribillo: ‘No se trata sólo de migrantes’”, sino de “todos los habitantes de las periferias existenciales que, junto con los migrantes y los refugiados, son víctimas de la cultura del descarte”.
Francisco defendió la necesidad de mostrar caridad con estas personas y recuperar la humanidad para no “dejar a nadie afuera”.
Del mismo modo, Francisco pidió reflexionar “sobre las injusticias que generan exclusión, en particular sobre los privilegios de unos pocos, que perjudican a muchos otros cuando perduran”.
Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados”, lamentó.
Y criticó que “la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo” en regiones que después no quieren “hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan” en sus países de origen.