Brasil registró el año pasado 57.341 asesinatos, con una caída del 10,4 % frente al récord de 64.021 muertes violentas en 2017 y que constituye la primera reducción de ese indicador en los últimos tres años. Con eso, la tasa nacional de muertes violentas cayó desde 30,8 por cada 100.000 habitantes en 2017 a 27,5 por cada 100.000 habitantes en 2018.
Pero el anuario también incluye malas noticias: la letalidad policial está en aumento. El número de personas muertas por agentes de la policía en el país batió un récord en el mismo período, llegando a 6.220 casos. En 2017, habían sido 5.179 casos. Es decir, un aumento del 20%. Eso significa que una de cada 10 muertes violentas en Brasil es causada por un policía.
Este fenómeno también es abordado en un estudio publicado ayer por la Global Initiative Against Transnational Organized Crime, titulado “Orden ilícito: la lógica militarizada del crimen organizado y seguridad urbana en Río de Janeiro”, cuyo autor es Antônio Sampaio, investigador brasileño del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres.
Sampaio argumenta que el regreso de Brasil a una “militarización” de sus políticas de seguridad, revirtiendo un modelo policial previo en la segunda ciudad del país, que había sido elogiado internacionalmente, “marca una declinación de la legitimidad del Estado”.
En su investigación, Sampaio recuerda que a principios de este mes, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, criticó el aumento de los asesinatos policiales en las dos ciudades más grandes de Brasil. En los primeros cinco meses de este año bajo el nuevo gobierno de Jair Bolsonaro, 676 personas fueron asesinadas en la metrópoli de Río por “agentes del Estado”, según el recuento realizado por el investigador brasileño.