El Mundo (España).– Bajo un sol de justicia y en medio de las tensiones que sacuden la región, más de dos millones de musulmanes llegados de todo el mundo participan desde este viernes en el ‘hajj’, la peregrinación anual a La Meca que todo acólito de Mahoma debe realizar al menos una vez en la vida.
Una cita marcada, en esta ocasión, por la escalada de los rifirrafes entre Arabia Saudí e Irán, faros del islam suní y chií respectivamente que litigan por la hegemonía en Oriente Próximo. Conscientes de los posibles conatos tras una sucesión de sabotajes y ataques marítimos y la vecina guerra en Yemen, las autoridades saudíes han pedido a los peregrinos que se abstengan de tratar asuntos políticos o controvertidos.
“El ‘hajj’ no es un lugar para los conflictos políticos ni para mostrar lemas sectarios que dividan a los musulmanes”, ha alertado Abdelrraman al Sudais, imán de la Gran Mezquita de La Meca, la ciudad natal del profeta Mahoma. El gobernador de La Meca ha instado a los visitantes a “dejar todos los asuntos en los países de origen para abordarlos a su regreso” en una alusión velada a las cuitas que avivan la discordia entre los 1.800 millones de personas que profesan el credo musulmán en el mundo.
La urbe saudí se ha reconciliado ya con la imagen de multitudes que cada año desembarca para cumplir con uno de los cinco pilares del islam. Según un comunicado del directorio de pasaportes del Reino, 1.838.399 personas habían llegado al país por tierra, mar y aire hasta el pasado miércoles. La mayoría –más de 1,7 millones– optó por el avión. La peregrinación arranca este viernes y se prolongará hasta el 14 de agosto.
En total, Riad estima que más de dos millones de personas –incluidos los saudíes y expatriados que residen en el país– desfilarán por las ciudades santas de La Meca y Medina reconstruyendo la misma ruta que Mahoma hizo hace 14 siglos, ataviados con el ‘ihram’, un hábito para la ocasión compuesto por dos piezas abiertas de paño blanco limpio. El año pasado la cifra superó los 2,3 millones de peregrinos y se saldó sin incidentes reseñables, más allá de los fallecimientos naturales de quienes mueren en pleno periplo.