San Juan (El País).– Cuando Miguel Figueroa tenía 24 años abandonó Puerto Rico jurando no volver. Más de medio millón de personas ha hecho lo mismo en la última década, reduciendo la población de la isla hasta los 3,1 millones.
El éxodo, la crisis económica, los desastres naturales, Gobiernos poco eficaces y una tensa relación con Estados Unidos han marcado el ritmo de una isla formateada para levantarse. Faltaba un escándalo político para crear una tormenta perfecta de hartazgo que ha sacado durante dos semanas a la población a la calle hasta que logró, el pasado miércoles, la dimisión del gobernador Ricardo Rosselló.
La revolución pacífica contra Rosselló fue la respuesta a la filtración de un chat grupal que este mantenía con sus asesores más cercanos, donde se mofaban de las víctimas del huracán María, que azotó la isla en 2017, de las mujeres, de los homosexuales y de, prácticamente, todos los boricuas. Fue la gota que colmó el vaso en una isla tan castigada.
Además de los insultos, las conversaciones dejaron al descubierto malas prácticas del Gobierno.