Clarín (Argentina).– Desde hace una semana más de 4 millones de caraqueños se han volcado en masa a buscar agua no potable en los manantiales y riachuelos del cerro Avila o en la cloaca o alcantarillas del río Guaire para mitigar la sed que el apagón eléctrico dejó, al secar el acueducto metropolitano.
El impacto social de la escasez de agua potable es peor que el de la luz, dicen los ingenieros y médicos porque puede desatar una crisis sanitaria de tal magnitud con epidemias como el cólera, diarreas y fiebre tifoidea, entre otras enfermedades, por el agua contaminada y no tratada.
A la altura de la exclusiva Altamira, Ashley Pérez, una caraqueña desempleada de 26 años, no se separa de sus 20 botellones de plástico esperando llenarlos de agua en un depósito subterráneo de la avenida Boyacá, mejor conocida como la Cota Mil, que rodea el cerro Avila al norte de Caracas.
A su lado un funcionario del cuerpo de Bomberos advierte a Clarín que el gobierno de Nicolás Maduro le tiene prohibido declarar a la prensa. El chorro de agua sale amarillento por la manguera de bombeo de los uniformados pero “es todo lo que tenemos”, dice Ashley y además nos la dan “gratis”.
Ashley no tiene reparos para hablar con Clarín. Ella representa a la comunidad de La Bombilla de Petare, el barrio pobre más populoso de Venezuela y de América Latina donde viven unas 800.000 personas. “Llevamos una semana sin agua y no aguantamos más”.
Su compañero del camión que llevará los 20 botellones o pipotes y termos de 15 litros hasta el barrio La Bombilla declara sin miedo a las represalias: “Esto está pésimo, cada vez peor, este país está hecho un asco, no sirve para nada”.
En ese punto de la curvilínea autopista Cota Mil la fila era de unos 60 coches para abastecerse de agua de los manantiales del Avila y el último ya llevaba dos horas de espera para llenar cuatro botellones de 10 litros cada uno.
Dos kilómetros más al este hay una estación de agua para llenar los camiones cisternas de 10.000 litros pero está controlada por la Guardia Nacional Bolivariana y los milicianos de la Guardia del Pueblo y no hay acceso para el gran público.