Decenas de toneladas de drogas, cientos de detenidos, miles de expedientes y una vieja y vetusta unidad penal, según señala la prensa argentina.
Esa es la realidad que enfrentan los jueces federales de Misiones que luchan contra el narcotráfico y que hoy no tienen dónde alojar a los presos que por una u otra razón se convirtieron en engranajes de las bandas que lucran con la adicción.
Detenidos alojados a 3.500 kilómetros, reos hacinados en comisarías y escuadrones de Gendarmería o Prefectura, procedimientos demorados por la falta de lugares de alojamiento para los presos son los elementos que completan el panorama.
El problema se agravó a partir de fines de 2015, cuando la Policía de Misiones dio un golpe de timón y se involucró con intensidad en la lucha contra el narcotráfico, sumándose a las fuerzas federales. Así, se multiplicaron los decomisos de grandes cargas; y también el desbaratamiento de kioscos dedicados a la comercialización de estupefacientes.
Según datos oficiales del Ministerio de Seguridad de la Nación, Misiones encabezó el año pasado el ránking de secuestros de marihuana: 126.581 kilos (68,5% del total). En todo el país hubo 87 arrestos por narcotráfico cada 24 horas, buena parte de los cuales fueron en esta zona.
Estas cifras tuvieron fuerte impacto en la provincia, donde las fuerzas federales y la Policía de Misiones tuvieron que destinar lugares y personal para custodiar a los presos que ya no caben en la vieja Unidad Penal Federal 17, que está a 30 kilómetros de Posadas.
En distintas dependencias de la Policía provincial hay poco más de un centenar de personas alojadas a disposición de los jueces federales. Un tercio son mujeres.