“Ilusionado” otra vez como un padre ante los incipientes pasos de sus vástagos, Víctor Manuel publica “Casi nada está en su sitio”, primer disco en 10 años con temas nuevos, unidos en este caso por el desconcierto ante el mundo presente y con unos versos sorprendentes en los que habla de “patria”. Un trabajo que contiene “Digo España”, canción que ha provocado “un respingo” a más de un amigo antes de escucharla completa y cuya génesis explica.
Cuenta que el propósito de volver sobre esta temática 34 años después de escribir para Ana Belén “España, camisa blanca de mi esperanza” era reflejar su estado de ánimo respecto al país en 2018: “Digo España y qué bien suena esa palabra / no la arrojo contra nadie, contra nada / digo España y cómo pesa en estas alas / lo que odio y que padezco, digo patria”, canta inspirado por Blas de Otero.
“Soy de una generación a la que la palabra España le costaba decirla o aceptar la bandera, porque veníamos de un abuso excesivo. La aceptación ha venido de la gente joven, sobre todo por el fútbol. Pertenezco a un país que se llama España y a una tierra que se llama Asturias y nunca he pensado que esta sea superior a sus vecinos. En todas partes hay gente maravillosa u horrible y quería contarlo en una canción”, explica. Un tema que se incluye en un disco que ocupa el puesto 32 en su discografía y el primero con canciones nuevas desde “No hay nada mejor que escribir una canción” (2008).
“Tengo confianza en estas canciones. Hay quien me ha dicho que hacía mucho tiempo que no tenía un disco así”, presume el músico, entretenido en esta década con otros proyectos y giras hasta que en enero se sentó por fin a componer con “ganas” y en un mes y medio se juntó ya con 24 canciones.
Nunca antes había escrito tantas canciones seguidas, hasta el punto de que su hijo y productor del disco, David San José, pensaba que quería hacer un álbum doble.
Finalmente trece de ellas llegaron a la selección final, que empieza por el sencillo “Allá arriba al norte”, canto a su tierra, y acaba con “He cortado estas flores”, reflexión “dolorida” sobre “la sensación de abuso para con unas víctimas de la guerra (civil española) a los que tiraron como perros apestosos” en cunetas y fosas comunes.
“Con el esfuerzo de familias, fiscales y jueces se han recuperado algunos cuerpos, pero tendría que haber sido una labor de Estado. Cierto es que no había una demanda social. Mi propio padre nunca me contó lo que había pasado con mi abuelo. Tenían tanto miedo que eran incapaces de verbalizarlo”, señala ante esta “tarea pendiente”.