El ministerio del Interior recibirá con urgencia unos 10 millones de euros, para pagar horas de trabajo extraordinarias, nocturnas
Emmanuel Macron teme estallidos de violencia de muy diversa naturaleza, étnica, social, anti social, criminal, religiosa, cultural; y ha ordenado a su Gobierno adoptar medidas de urgencia en terreno de la seguridad.
Macron lanzó personalmente su nueva política de «ley y orden» la noche del lunes 27, haciendo una gira especial por varios comisarías de Policía de París y su periferia, con este primer anuncio: pagar primas extraordinarias a los policías y gendarmes que trabajan la noche.
Durante un cara a cara, personal, del presidente de la República con los policías de la Brigada anticriminalidad (BAC) del distrito XVIII de París (distrito muy multicultural), Macron declaró: «Las fuerzas del orden que trabajan durante la noche cumplen misiones esenciales, para hacer respetar la ley y el orden en unas condiciones difíciles. Es justo que la Nación se haga eco de sus reivindicaciones».
El ministerio del Interior recibirá con urgencia unos 10 millones de euros, para pagar horas de trabajo extraordinarias, nocturnas. Veinticuatro horas antes, en Niza, Jean Castex, primer ministro, presentó la nueva política de «más firmeza», pidiendo a las fuerzas del orden «más severidad» en la persecución y castigo de los delitos relacionados con el tráfico de drogas, que es una plaga creciente en muchos barrios de la «banlieue», los suburbios, de París y otras grandes ciudades.
Los estallidos de violencia suburbana fueron muy frecuentes durante el confinamiento, entre marzo y mayo pasados. Tras el desconfinamiento, inconcluso, han estallado nuevas formas de violencia de muy diversa naturaleza.
Se han multiplicado las acciones antirreligiosas, anticristianas, antimusulmanas y antijudías, en numerosos cementerios, iglesias, sinagogas y lugares de culto musulmán.
Las acciones y manifestaciones antirracistas han tomado flecos racistas de muy diversa naturaleza, con el agravante de la profanación y violencias contra estatuas y monumentos nacionales, de Voltaire a Josefina, la esposa de Napoleón Bonaparte.
Los movimientos feministas se han radicalizado de manera inflamable. Gérald Darmanin, ministro del Interior, sufre de un acoso permanente, antes siquiera que la justicia haya instruido un proceso imprevisible. La alcaldía de París es calificada de «Pedoland». «Pedo» de pedofilia. «Land» de «tierra de cobijo». Mazarine Pingeot hija de François Mitterrand, oculta durante muchos años, ha denunciado las «inquietantes derivas del nuevo feminismo».
La agravación de la crisis económica y social desentierra el fantasma de una «nueva ola» de las franquicias más radicales de los chalecos amarillos. Ante esa eventualidad, el presidente ha declarado: «Gritar Macron dimisión, es normal. Gritar Macron a la guillotina es algo intolerable». Las imágenes de los esposos Macron conducidos a la guillotina, como «reyes» de Francia, es una imagen relativamente popular desde antes de la pandemia.
Emmanuel Macron ha resumido la nueva situación de Francia con esta frase: «Nos espera un otoño difícil». La inmensa mayoría de los analistas estiman que el presidente es «muy optimista».