Donald Trump ha protestado con frecuencia contra el llamado “turismo de nacimientos”: las mujeres embarazadas que viajan a EE.UU. para dar a luz en territorio estadounidense, donde rige el “ius soli”. Es decir, se adquiere la nacionalidad al nacer en el país.
Desde ayer, los oficiales de las embajadas tienen más capacidad de rechazar la concesión de visados de turismo, atención médica o visitas familiares a mujeres, si creen que lo solicitan para dar a luz en EE.UU. No estarán obligados a preguntar a todas las mujeres si están embarazadas, pero sí tendrán que aplicar un escrutinio más detallado si sospechan que lo están.
La vigilancia solo se hará desde oficinas consulares en el extranjero, y no en las aduanas de entrada al país, como en puertos o aeropuertos. La medida no afectará a aquellos países -como España- que participan de un programa de exención de visado para turismo.
La secretaria de Prensa de Trump, Stephanie Grisham, celebró la norma para detener a quienes buscan dar la ciudadanía estadounidense a sus hijos, lo que, además, “evitará que los contribuyentes estadounidenses vean cómo el dinero que les ha costado ganar se dedica a financiar los costes asociados con el turismo de nacimientos”.
Las restricciones a las embarazadas se conocen días antes de que Trump anuncie la ampliación de países con prohibición de viajar a EE.UU. Está previsto que se conozca mañana lunes y que afecte, entre otros, a Bielorrusia, Birmania, Eritrea, Kirguistán, Sudán y Tanzania.