Al menos 11 soldados estadounidenses resultaron heridos en el ataque iraní contra una base en Irak la semana pasada, informó la Marina de Estados Unidos, aunque el Ejército y el presidente Donald Trump habían asegurado previamente la inexistencia de afectados.
En el momento del ataque, la mayoría de los 1500 soldados estadounidenses en la base habían sido escondidos en bunkers por la advertencia de superiores.
El Ejército estadounidense había informado que el ataque causó daños materiales significativos pero ninguna víctima.
También Trump, en la mañana siguiente a los hechos, aseguró que “ningún estadounidense resultó herido”.
Sin embargo, Urban afirmó que “en los días posteriores al ataque, por precaución, algunos miembros del servicio fueron trasladados desde la base aérea de Al Asad”, especificando que ocho soldados habían sido enviados al Centro Médico Regional Landstuhl en Alemania y tres al Campamento Arifjan, en Kuwait, para exámenes.
Además de la extensa base aérea de Aín al Asad en el oeste de Irak, los misiles de Irán también se dirigieron a una base en Arbil, que albergaba a tropas estadounidenses y extranjeras desplegadas como parte de una coalición liderada por Washington que lucha contra remanentes del grupo yihadista Estado Islámico.
“Cuando se consideren aptos para el servicio, se espera que los miembros del servicio regresen a Irak”, explicó Urban.