Por primera vez desde el 22 de enero del 2006, fecha en la que llegó a la Presidencia, Evo Morales (Movimiento Al Socialismo) podría verse obligado a disputar un balotaje (segunda vuelta) para conservar el poder. El dirigente –y líder del sindicato de la coca–, todavía es favorito en las elecciones de ayer domingo, pero el expresidente Carlos Mesa (Comunidad Ciudadana) amenaza con poner en riesgo lo que sería su cuarta victoria electoral consecutiva.
“El Evo”, como le conocía su pueblo antes de que se convirtiera en un líder con vocación de perpetuarse en el poder, podría evitar una segunda vuelta si la tendencia de ascenso de Mesa no es suficiente. En caso contrario, su futuro político se complicaría. De hecho, llegó a la recta final de la campaña más larga de la historia reciente de Bolivia, en un clima inusitado de tensión. Movilizaciones y protestas en puntos cardinales del país cuestionaron su liderazgo en el sector de la población que le aupó y le ha mantenido firme en la Presidencia durante este tiempo: los indígenas.
Los incendios –con la misma preocupación por el fuego que Jair Bolsonaro en Brasil– de cuatro millones de hectáreas en las reservas naturales de la Chiquitanía (sudeste de Bolivia), el conflicto del litio y el paro general de médicos (desde hace dos meses) han hecho mella en un candidato que, pese a todo, resiste el desgaste del tiempo y manifiesta un profundo desprecio a la democracia.
Argucias de dictador
Este, es el principal reproche que le hacen sus adversarios, tanto Carlos Mesa como el tercero en carrera, el senador de Unidad Demócrata, Oscar Miguel Ortiz Antelo. El ejemplo más claro de los abusos de poder de Evo Morales se aprecia en la secuencia que siguió para presentar, a capón, su candidatura en estas elecciones.
Prohibida expresamente por su propia Constitución, convocó un referéndum, el resultado fue negativo pero el último representante –con Nicolás Maduro– del eje bolivariano no respetó el resultado y recurrió a los Tribunales Supremo y Constitucional (hechos a su medida) para que, como hicieron, le permitieran aspirar a un cuarto mandato de cinco años.