El comienzo de la jornada fue el espejo de la división que genera la figura de Álvaro Uribe. Junto a la entrada de la Corte Suprema de Justicia, en el centro de Bogotá, un puñado de uribistas, detrás de una enorme bandera de Colombia, lanzaba consignas a su favor en una acera.
Pese a la puesta en escena, el senador Uribe, que ingresó a la Corte rodeado de escoltas y policías, declinó hacer manifestaciones. Entró al edificio a las 7:40 (14:40 en la Península ibérica), 20 minutos antes de la hora programada, con el semblante relajado, para iniciar la indagatoria ante los jueces de la Sala de Instrucción del máximo tribunal colombiano.
Deberá responder a 100 preguntas a puerta cerrada y no hay certeza acerca del tiempo que durará, si un par de días o se prolongará durante más de una semana. Las acusaciones que pesan sobre el dos veces Jefe de Estado, senador en la actualidad y alma del Centro Democrático, son fraude procesal y soborno a testigos.
Será la primera vez en la historia de Colombia que un ex presidente comparece ante la Corte Suprema. Ni siquiera Ernesto Samper, que ganó las elecciones de 1994 con fondos del sanguinario cártel de Cali, fue juzgado.
Y si bien contra Álvaro Uribe hay incontables acusaciones, la que deberá afrontar desde ayer martes es una de las más enmarañadas. En febrero de 2012, el senador del socialista Polo Democrático, Iván Cepeda, presentó una demanda judicial después de un debate en el Senado donde le acusaba de conformar el Bloque Metro de los paramilitares y otros delitos graves.