La crisis migratoria venezolana es quizás el fenómeno regional más ignorado por la comunidad internacional. En escasos cuatro meses, el ritmo acelerado de inmigrantes y refugiados venezolanos que huyen de su país ha aumentado de 4 millones a 4,6 millones, y las proyecciones esperan que para finales de año se alcance la cifra de cinco millones de desplazados. Con respecto a la población de Venezuela, representa una huída de casi el 15% de los ciudadanos.
Otros países de Iberoamérica y el Caribe donde han llegado los venezolanos son: República Dominicana (40.000), Guyana (36.000), Costa Rica (30.000), Curazao (26.000), Canadá (22.000), Aruba (16.000), Uruguay (10.000) y Bolivia (10.000). España, por su parte, es el país con la comunidad más grande de venezolanos fuera del continente americano, con al menos 300.000.
Para frenar este éxodo descalabrado de venezolanos, nueve países de la región han colocado restricciones para entrar a su territorio. Desde la tenencia de un pasaporte en vigor hasta un visado de entrada que puede costar entre 50 y 100 dólares. Algo impensable para una población donde el salario mínimo ronda apenas los tres dólares. Ante este tipo de medidas, son muchos los que arriesgan su vida cruzando pasos fronterizos ilegales.
Ecuador, Perú, Chile, Trinidad y Tobago, Guatemala, El Salvador, Honduras y Panamá solicitan visado y, en unos meses. se sumarían Aruba, Curacao y Bonaire por petición explícita de Países Bajos.