El presidente de EEUU, Donald Trump, insistió este miércoles en la necesidad de un tramo de unas 500 millas (más de 800 kilómetros) de muro fronterizo para atajar lo que considera “una tremenda emergencia nacional”.
Trump ha vuelto al mismo sitio que visitó en 2018 para observar los ocho prototipos del nuevo muro que durante su campaña electoral prometió construir en las más de 2.000 millas (más de 3.200 kilómetros) de frontera con México.
El proyecto de los prototipos rebasó los 3 millones de dólares y finalmente fueron demolidos en febrero de este año sin que ninguno fuera seleccionado.
No obstante, la valla fronteriza en San Diego comenzó a ser reemplazada en junio de 2018 por un nuevo muro metálico de entre 18 y 30 pies (entre 5 y 9 metros) de altura, casi el doble que el tramo anterior, por un coste de 147 millones de dólares.
Trump dijo que las características del nuevo muro en esta área hacen más difícil la entrada de personas porque no es fácil de escalar ni de cortar.
El presidente firmó una de las columnas del muro durante su recorrido y aseguró que una vez sea levantada la nueva barrera los contingentes militares desplegados en la frontera serán retirados y se mantendrán solo los agentes de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP).
Respecto a la cooperación de México para abordar la crisis migratoria, después de enviar agentes de la Guardia Nacional mexicana tanto a la frontera con Estados Unidos como a la que dicho país comparte con Centroamérica, Trump resaltó que “están pagando por 27.000 soldados”.
También dijo que con subir los aranceles a México en un 5 % por seis meses quedaría cubierto el costo total del muro, pero descartó que vaya a tomar una medida en ese sentido.
“Estamos construyendo un montón de muro”, prometió el presidente este miércoles a sus seguidores, mientras que cerca de 200 manifestantes se apostaron cerca del US Grant Hotel, en el centro de San Diego, a donde Trump se dirigió después.
En las inmediaciones del lugar se levantó un globo gigante del “Bebé Trump”, que presenta al presidente como un bebé, a la vez que los protestantes expresaron su rechazo a las políticas migratorias que actualmente mantienen en Tijuana (México) a unos 10.000 migrantes que solicitaron asilo en Estados Unidos.