El presidente de Francia, Emmanuel Macron, ha dado un giro “populista” a su política contra la inmigración, estimando que su partido “no debe ser un partido burgués”, invitando a sus ministros y diputados a “defender” y “comprender” a las “clases populares” que “sufren” de ese problema, francés y europeo.
Se trata de un giro político conservador, para hacer frente y replicar a Marine Le Pen en un terreno electoralmente ultra sensible.
El presidente de la República anunció su giro político, más allá del conservadurismo tradicional, dirigiéndose la noche del lunes a un grupo de ministros y diputados de su partido, La República En Marcha (LREM), en estos términos:
“¿Debemos ser un partido conservador? Creo que no. Los burgueses no se cruzan con inmigrantes ni sufren directamente del problema de la inmigración. Los inmigrantes llegan a nuestros territorios más pobres. Son las clases populares las que sufren el paro, la pobreza y la inmigración”.
En unos términos apenas elípticos, Macron se instala en el terreno político y electoral privilegiado de la extrema derecha de la familia Le Pen. Y lo hace intentando conquistar o reconquistar los electorados conservadores tradicionales.
Macron no desea que su partido, LREM, sea un partido burgués. Pidiendo a sus dirigentes que den un “giro popular” en su acción política.
Cambio ultra significativo: los electores católicos, conservadores y centristas son el núcleo duro de los apoyos sociales de Emmanuel Macron, que anuncia un giro entre “popular” y “populista”.
“Popular”: el presidente desea ampliar su electorado en las “tierras de caza” tradicionales de la familia Le Pen. “Populista”: el presidente se apropia del término “popular” siguiendo las tácticas populistas utilizadas por Donald Trump o Marine Le Pen… Aspirando a presentarse como el mejor defensor de las clases populares.
Pidiendo a su partido, sus diputados y ministros que tengan un comportamiento “menos burgués y más popular”, Macron les invita a combatir otros temas privilegiados de los políticos conservadores y ultra conservadores, comenzando el comunitarismo, presentado como un “peligro” que es necesario combatir con el respeto más estricto de una “laicidad bien entendida y respetuosa de los fundamentos de la vida social”.