Mañana sábado comienza oficialmente en Argentina la campaña para la elección presidencial del 27 de octubre en la que Mauricio Macri busca la reelección, pero la polarización política y en especial el recrudecimiento de la crisis económica en el último año han sido los elementos centrales del debate en ese país.
El Banco Central publicó el martes una encuesta mensual de economistas que proyectaba un coctel tóxico de caída del producto interno bruto, un aumento de la inflación y caída del peso. Ahora se estima que la economía se contraerá un 1,1 por ciento en 2019 frente a una proyección de crecimiento del 2 por ciento en julio.
Bancos como Goldman Sachs Group Inc. y Barclays también revisaron sus proyecciones. El brusco giro en la suerte del país se produce en un contexto en el que parece casi seguro el fracaso del presidente Mauricio Macri ante el candidato de la oposición, Alberto Fernández, en las elecciones del 27 de octubre.
Esa posibilidad espantó a los inversores y obligó a la Administración a intentar calmar los mercados con un reperfilamiento de la deuda del país, congelamiento de precios, aumentos del salario mínimo e, incluso, controles de capital y de divisas para evitar la salida masiva de flujos.
“Argentina se encamina hacia una crisis crediticia”, dijo Marcos Buscaglia, socio principal de Alberdi Partners, una firma de inversión.