Roma, 3 enero (EFE).– Venecia, una de las perlas del turismo italiano y mundial, dará un paso más este año para tratar de reducir la llegada masiva de visitantes, con la introducción de una nueva tasa de entrada para las estancias sin pernoctación.
Buscada desde hace tiempo por el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, la medida será posible en 2019 gracias a la Ley de Presupuestos aprobada “in extremis” por el Parlamento italiano el pasado 30 de diciembre, y que contempla en uno de sus puntos la posibilidad de que Venecia pueda aplicar la llamada “tasa de desembarco” que ya tienen algunas pequeñas islas italianas.
Se trata de un impuesto pensado para aquellos turistas que no pasan la noche en el destino y hacen únicamente una visita diurna, conocidos como “los que muerden y salen corriendo”.
Poco después de ser aprobado el plan presupuestario, el regidor veneciano adelantó que “estudiaremos un reglamento equilibrado que proteja a todos los que viven, estudian y trabajan en nuestro territorio”.
Un reclamo ampliamente extendido entre los residentes afectados por el fenómeno del turismo masivo y sus consecuencias como el alza de los alquileres o la desaparición del comercio tradicional.
El objetivo, luchar con nuevas herramientas contra el deterioro de una ciudad de 50 mil habitantes que es visitada cada año por cerca de 30 millones de turistas.
Aunque la ley del Presupuesto es algo vaga en el punto relativo a esa tasa, se señala que Venecia podría adoptarla, en su propio presupuesto, “como alternativa a la tasa turística” que pagan todos los visitantes que pernoctan en establecimientos hoteleros.
También se especifica que el importe máximo del nuevo impuesto se limitaría a 10 euros (11,4 dólares) por persona que visite la ciudad.